sábado, 24 de noviembre de 2012



Recuerdo y homenaje a J.L. Borau.
Mucho más que un cineasta.



Título: Furtivos [1975]
Dir: José Luis Borau

lunes, 19 de noviembre de 2012

ALEJANDRO ESPLÁ



Hace dos años y medio Luis Fco. Esplá dió , en la feria de Hogueras alicantina, la alternativa a su hijo Alejandro y dijo adiós. Ese día, padre e hijo salieron en hombros, uno camino de su casa (y de su finca en Relleu) y el otro buscando su lugar al sol del toreo, un sol cada vez más oculto en los negros nubarrones de la crisis global y sectorial. Un sector, el taurino, incapaz de evolucionar, reinventarse o, simplemente, librarse de vicios adquiridos, endogamias y servidumbres cortoplacistas que no hacen más que alejarlo de la sociedad, bombardeada de mensajes a la contra.

Pero Esplá (Luis Fco.) es un hombre inquieto y hedonista que, poco a poco, ha ido construyendo su particular universo allá arriba, al pie de las montañas (como nuestro amigo Marco) de la Sierra de Aitana, rodeado de animales, naturaleza, familia y amigos . A éstos les convoca a la menor excusa y , en la placita construida con esfuerzo e ilusión, se torean vacas y becerros, paréntesis de conversaciones, risas, comida y bebida, esas pequeñas cosas que hacen la vida vivible.

La última de esas convocatorias tenía el aliciente de ver a El Soro tras tantos años de calvario y desde una admirable voluntad ponerse, otra vez, ante la cara de una res. Emoción en el paseillo, con los dos Esplá flanqueándole y más emoción aún cuando Vicente movió con templanza el capote y muleteó con garra aunque con las lógicas trabas. De Luis Francisco sólo decir que , al verlo, la nostalgia de su ausencia aún se hace más profunda y su magisterio necesario.

Pero quiero hablar de Alejandro ,que entró con capote y muleta tanto en el turno de El Soro como el de su padre y demostró que tendría mucho que decir si le dejaran hablar, quiere decirse torear.

Repertorio amplio, valor todo, sentido de la lidia y el temple, una mano izquierda de seda y poder y una afición que no ha perdido pese a toda una temporada en blanco.

Pienso que la Fiesta de los toros no puede permitirse el lujo de negar la posiblidad de que se exprese en los ruedos pues Alejandro Esplá diría yo que aún está por descubrir.

Se dirá, con razón, que su caso ni es nuevo ni único , que sólo basta con mirar el escalafón para comprobarlo. Mas ello no obsta para que hubiera alguien que quiera y sepa mirar hacia Alicante, ponga el tomtom orientado a Relleu y en la “República Independiente de Realet” encontrará un torero digno depositario del apellido Esplá y con las condiciones necesarias para merecer atención y contratos.

Alejandro Esplá se llama.


P.M.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Para los desmemoriados, los cínicos, los manipuladores, los vendidos, los traidores, los meapilas, 
los tertulianos, los idiotas...

LA HUELGA, SÍ SIRVE

La sal de la tierra. (1954) Dir: Herbert J. Biberman
http://www.youtube.com/watch?v=v9fcEkxbmc8

Unos mineros de Nuevo México van a la huelga tras una serie de incidentes, librando una dura y amarga batalla en la que recibirán el apoyo de sus mujeres. Controvertido melodrama semidocumental en el que intervienen personajes auténticos, y que tuvo innumerables problemas durante y después del rodaje; el director, el productor, es guionista, el compositor y el actor Will Geer estaban, en aquella época, en la "lista negra" del comité de actividades antiamericanas del senador McCarthy. Hoy en día "Salt of the Earth" es uno de los pocos films preservados por la Librería del Congreso de los Estados Unidos por su importancia histórica y cultural. [FilmAffinity]








martes, 13 de noviembre de 2012

Negar la evidencia



Anda el patio revuelto por unas palabras de un torero octogenario que, en la presentación de un libro sobre él, tuvo la ocurrencia de decir que "José Tomás no tiene valor" para luego justificarla (sic) con argumentos tan personales y respetables como discutibles o lisa y llanamente rechazables.

El torero octogenario se llama Andrés Mazariegos Vázquez (sin el primer apellido en los carteles), nació en Villalpando y su larga y guadianesca trayectoria en la profesión (al inicio con el apodo de El Nono, así, junto) tiene en la dureza el calificativo que mejor la describiría. Dureza en su carácter, en su vida, en su aprendizaje en las capeas de la época (finales de los 50) y en el tipo de corridas a la que hacía frente. De entre ellas sin duda la más reconocida fue la que, en solitario, mató en Madrid en 1970 frente a seis 'victorinos' de los de entonces.

Su mérito nadie lo discute, pero, como todo quisque cuando se habla en público o para los medios, está sujeto a que sus palabras se sometan a crítica, positiva o de la otra. Además, anda el hombre compresiblemente eufórico pues, concidiendo con la efemérides de su ochenta aniversario, tuvo el gesto (conveniente y justamente ensalzado, en especial desde una plataforma televisiva) de matar un toro de Victorino Martín, al que cortó todo lo cortable y recientemente se publicó el citado volumen que recoge su trayectoria humana y taurina. Ante todo ello, el máximo de los respetos, faltaría más.

Sostiene Vázquez que el toreo no se sostiene y , para ello, recurre a lo fácil, lo que muchos quieren oir para reafirmarse en sus obsesiones y ahora le ha tocado a JT. La negación del valor a otro otorga al que la pregona la categoría de valiente, pues él sí sabe lo que es el valor y por eso puede repartir certificados. Otros -ciñéndonos al ámbito taurino- más modestos que el maestro de Villalpando, ponderan el valor desde otros parámetros, menos narcisistas . Como Luis Francisco Esplá, que dijo: "Valor es el sitio donde se pone José Tomás".

Para los despistados conviene recordar que Esplá se mantuvo ininterrumpidamente treinta y tres años como matador de toros, la mayoría de ellos de los mismos o emparentados hierros que los de Vázquez lo que, pienso, le otorga cierta credibilidad.

Discutir como hace Vázquez sobre si los toros que torea José Tomás son de verdad o no me parece una broma que con mucho gusto le han reído los de siempre. Unos porque son así y ahí llevan su pena y otros porque confunden el culo con las témporas, con perdón y sin que nadie se ofenda. O sí.

A lo mejor lo que pretendía Andrés Vázquez era eso tan guay de ser trending topic. Se les olvidó a él y sus palmeros hacerle un hashtag.
P.M.

(Publicado en Burladero 13/11/12)

jueves, 1 de noviembre de 2012

ESTAMPAS DE LA AÑEJA TAUROMAQUIA

Recuerdo de la tarde en que Esplá y Anderson Murillo explicaron la lídia total, narrado por Joaquín Vidal. Ahí queda eso. [http://elpais.com/diario/2001/06/10/espectaculos/992124004_850215.html]


Los toros de Victorino Martín, y con ellos Luis Francisco Esplá, a la sazón director de lidia, revivieron estampas de la añeja tauromaquia y protagonizaron los instantes de mayor emotividad y belleza de la feria. La feria se redimía en su última representación, capítulo 31º -se dice pronto- tras cerca de un mes de vulgaridades y de aburrimientos mortales.

El toro de casta y el torero cabal: eso es lo que convirtió en memorable la última corrida de feria.

Colaboró el picador Ánderson Murillo, que le hizo bien la suerte al cuarto toro. Tampoco es que fuera como para lanzar cohetes; mas la cotidiana iniquidad de la acorazada de picar, sus desafueros y tropelías, hicieron que simplemente por el contraste de ejecutar decorosamente la suerte, el público estuviera a punto de elevar a Ánderson Murillo a los altares.

Lidió Esplá al victorino, que tenía casta. No bravura, por lo que sobró ponerlo lejos del caballo para la suerte de varas. La verdad es que el público lo pedía. Isidros al margen (pues a éstos conviene echarlos de comer aparte) hay un nuevo público en Las Ventas que sólo conoce los tópicos y confunde la velocidad con el tocino. Por ser victorinos exigía que a todos los pusieran lejos del caballo, aunque hubiesen cantado su mansedumbre, como el aludido o más llamativamente el que se corrió en sexto lugar.Ánderson Murillo, que vino a España con César Rincón, es colombiano. Y Efrén Acosta, que trajo Zotoluco y puso en la la cumbre el arte de picar la pasada Feria de Otoño, mexicano... Los picadores españoles tienen aquí tema para el estudio, la meditación y el examen de conciencia.

La recreación de las estampas de la tauromaquia clásica se produjo nada más comparecer el primer toro, un cárdeno terciado de irreprochable trapío que el público saludó con una ovación, y Luis Francisco Esplá dio la réplica trazando una media verónica ante el rebrincado arreón de la res, y esa bizarra suerte reproducía las que ilustraban los sugestivos carteles de toros de principios de siglo.

Banderilleó Esplá con acierto a ese primer toro si bien el par sensacional lo prendería, de poder a poder, al que hizo cuarto. Y construyó una faena meritísima, variada, con empleo de la técnica y el ojo avizor precisos para no verse desbordado por el toro. A pesar de lo cual, en plena tanda de naturales el toro alargó la gaita, le arrancó los machos y suerte tuvo de que no le empitonara el corvejón.

La suerte de varas del cuarto constituyó un fantásico espectáculo. Tardeaba el toro antes de arrancarse al galope, y Ánderson Murillo lo recibía galanamente tirándole arriba la vara. No en el primer encuentro, pues clavó trasero y tapó la salida; en cambio rectificó en los dos siguientes y desplegó su mejor estilo varilarguero.

La faena de muleta de Esplá a ese toro, un avisado ejemplar de casta agresiva, adquirió caracteres épicos. Después de castigarlo toreramente por bajo, instrumentó dos redondos grandiosos de temple indecible, y al engendrar el tercero, el animal le alcanzó con el asta y le tiró dos fieros derrotes que lo lanzaron por los aires a bastantes metros de distancia.

Maltrecho físicamente Esplá pero anímicamente recrecido, volvió al toro con la intención de torearlo por naturales lo que era el colmo de la heroicidad. No pudo ser, ya que el toro había aprendido latín, de manera que procedió a dominar y cuadrar, y cobró media estocada en la yema.

La emoción de los momentos vividos con la casta del toro y la proeza de Esplá, recreación de la fiesta -la verdadera, la eterna- en toda su dimensión,convulsionaron los tendidos y la plaza era un delirio mientras el diestro daba la vuelta al ruedo, en su último tramo acompañado por el picador, a quien hizo volver a la palestra para que saboreara las mieles del éxito.

Tuvo otros rasgos interesantes la tarde. Por ejemplo, un exquisito toreo en redondo de Uceda Leal al tercer toro, que desarrolló nobleza, si bien discontinua. El toro embestía fijo y humillado o se quedaba parado, según. Claro que Uceda Leal toreaba hondo y cruzado o se quedaba fuera cacho, según. Y el toro embestía en el primer caso, mientras en el segundo se quedaba mirando a Getafe hecho un marmolillo.

Toros manejables le correspondieron a Manuel Caballero, que tenía la tarde obtusa y no consiguió hacerles el toreo. El sexto sacó enormes dificultades por reservón e incierto, y Uceda Leal se lo quitó pronto de encima. Un deslucido final que, sin embargo, no desdijo la importancia de la corrida: interesante, seria, marcada por los riesgos que comporta la casta y la emoción que produce la entrega, responsable y heroica, de los toreros valientes. Y ese fue Esplá: un pedazo de torero, como le gritaron desde el tendido.Un torero cabal a la antigua usanza. Una especie en extinción.

JOAQUÍN VIDAL MADRID 10 JUN. 2001