lunes, 29 de julio de 2013

MANOLO SANLÚCAR


 
Ha querido la casualidad que el mismo día en que la 2 de TVE iniciara las emisiones de Flamenco para tus ojos (de madrugada, de tapadillo), un espacio con tintes divulgativos de la mano de Diego El Cigala, en Nerja y en su Festival Internacional de Música y Danza en La Cueva, el maestro Manolo Sanlúcar anunciase que aquella era su última actuación en España.

Manuel Muñoz Alcón, Manolo Sanlúcar para la Historia del Flamenco, dice adiós a los escenarios a los 69 años de edad y con más de medio siglo en ellos, en los que con sus composiciones (algunas de ellas sinfónicas), su guitarra y su toque prodigioso, revolucionario, renovador y clásico, ha levantado auténticos monumentos musicales.

Toda su obra, sus discos, sus actuaciones, son una búsqueda constante, un reto inconformista a los cánones, siempre desde la absoluta fidelidad a la pureza.

Mundo y Formas de la Guitarra Flamenca (1973) ya marca el camino que luego seguiría Sanlúcar, en el que se incluía Caballo Negro que, como casi al tiempo pasaría con Entre dos aguas de su colega y amigo Paco de Lucía, traspasó los límites de lo flamenco y conoció el éxito popular, al tiempo que suponía una respuesta a la “invasión” de música anglosajona, sin aparcar otros formas más minoritarias, como Y regresaré, en homenaje a Miguel Hernández.

Después vendría Sentimiento, Al Viento, la Medea de su último concierto, el de Nerja… hasta Tauromagia (1988). En Tauromagia (título feliz hallazgo de Aute), Sanlúcar se pasea por el rito del toreo con la clara intención de que su expresión musical, a través de los acordes de la guitarra de la que extrae un prodigio de emociones, produzca en quien la escucha el estremecimiento que éste provoca. Y lo consigue. Desde el flamenco. El propio Paco de Lucía, preguntado por qué disco de flamenco elegiría, respondió: Tauromagia de Manolo Sanlúcar.


Quiso, en su primera juventud, ser torero y luego ha mantenido su afición cabal por el mundo de los toros. Y en Tauromagia vuelca su pasión torera y su genio musical. El resultado, ahí quedó, como esas faenas de los más grandes, de Pepe Luis, de Paula, de Curro, de Morante, de José Tomás


Quizás sería el momento de rescatar esa Tauromagia, que va de La nacencia a la Puerta del Príncipe, jaleo de triunfo y fiesta, pasando por el tiempo sacro de Oración, el aire alado de Maestranza, los tercios de la lidia por sonanta, bulería, fandangos…

Algibe, Locura de brisa y trino y otras obras, conciertos y constante presencia de un músico, un creador, un hombre comprometido que si ha hecho su último paseíllo, sabe y sabemos que, como los toreros, no se ha cortado la coleta y la guitarra sigue en sus manos.

Gracias Maestro, por tanto. Y a seguir viviendo. Y tocando.
 
 
 
Paco March
 

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