Hace unos días, Raimon celebró el medio siglo de su presentación en Barcelona (que era como presentarse al mundo) con un recital antológico (en fondo y forma) en el Liceo. Cuando entonces y después, años 60 y 70, al Liceo iba (sólo) la burguesía, a las puertas, antes de las representaciones operísticas, los progres de antaño (algunos, hijos de esa burguesía) les insultaban y arrojaban huevos, una práctica similar, por cierto (y salvando todas las distancias), a la que durante tantos años han debido soportar los aficionados a los toros (sin distinción de clases, mire usted) las tardes de corrida en la Monumental.
El Liceo de ahora, renacido de las cenizas de un incendio pero en aguda crisis económica que pone en peligro su futuro, se abre a todo tipo de músicas y públicos y por el pasan desde (por supuesto) óperas y filarmónicas, a folklóricas, flamencos, cantautores y hasta rockeros. Y, ahora, Raimon.

Las canciones de Raimon y su actitud cívica hablan de ejemplo de coherencia y compromiso, desde una altura poética y musical (gustos de cada cual al margen) que demasiadas veces ha sido despreciada y/o ignorada desde apriorismos ideológicos.
En su repertorio, hecho de amor y combate (que no otra cosa es la vida) también hay espacio para los clásicos de la poesía en catalán (en sus formas valencianas y balear también) y las musicaciones de Ausias March, Rois de Corella, Jordi de Sant Jordi, Espriu o Fuster alcanzan categoría de excelencia. Uno diría que las canciones de Raimon vienen a ser una especie de biografía colectiva, un grito musicado y necesario que nos alerta para no desfallecer en el combate ante un enemigo astuto que sabe adaptar diferentes formas, camuflado y cambiante, pero que siempre responde a la misma premisa depredadora.
“No es difícil morir en aquesta vida/ que viure es més difícil", cantaba Raimon al poeta soviético y suicidado Vladimir Maikovski. Son éstos tiempos difíciles para vivir, pero no más que otros en que generaciones anteriores dieron ejemplo y, en la lucha cotidiana, también las canciones ocupan su lugar. El canto de Raimon es un canto libre que resonó con una fuerza que, medio siglo después, mantiene. Se demostró en el Liceo, donde, como en la Facultad de Económicas de Madrid en Mayo del 68. “Per unes quantes hores/ens varem sentir lliures/ i qui ha sentit la llibertat/ té més forces per viure”.
La obra poética y musical de Raimon va más allá, mucho más allá, de la coyuntura de un tiempo y de un país. Tiene vocación universal porque nos habla de valores universales, precisamente aquellos que el poder, bajo sus diferentes caretas y disfraces (al último, le llaman mercados) se obstina en anular y negar.
Valgan estas estrofas de “T'adones, amic”, datada en 1972:
T' adones, company
que fa ja molts anys
que ens amaguen la història
i ens dieun que no en tenim:
que la nostra és la d'ells,
t'adones, amic.
T'adones, company,
no volen arguments, usen la força.
T'adones, company, que hem de sortir al carrer, junts, molts, quants més millor,
si no volem perdre-ho tot.
t'adones, amic.
T'adones, company,
t'adones, amic.
La Sanidad, la Educación, los Servicios Sociales, la Prensa, la Cultura (el toreo en ella)...nos reclaman en la lucha. Es una cuestión de Libertad , de Justicia y de Vida.
Y Cristina Cifuentes en Madrid o Felip Puig en Barcelona (pero hay muchísimos más, en todos los lugares) las niegan y las reprimen.
Diguem no !
P.M.
Diguem no !
P.M.
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